EL ESTADIO DEL SADAR NO ES UNA CASA COMO LAS DEMÁS


Recientemente ha salido publicada en prensa la noticia de que el Club Atlético Osasuna podría comprar al Gobierno de Navarra el Estadio del Sadar. Sí. Porque aunque ese equipo disputa como local sus partidos en ese estadio, no es su propietario.

Archisabido es a estas alturas que durante algunos años ni Osasuna pagaba los impuestos que las leyes le imponían, ni la Hacienda de Navarra puso especial énfasis en cobrárselos. La deuda creció de manera desorbitada. Llegó un momento en que el Gobierno de Navarra no tuvo otra forma de cobrar que con un pago en especie. Osasuna no disponía de suficiente liquidez para pagar y el Gobierno de Navarra aceptó como pago el traspaso de un estadio de fútbol que, ya me dirán quienes esto leen, para qué le servía al Gobierno. Por las propias características del bien inmueble aceptado como pago en especie, sólo podía beneficiarse de ese bien la entidad deudora. Como en un primer momento se preveía y como el tiempo posteriormente ha demostrado. Hecha la ley, hecha la trampa... Sobre todo si esa ley y esa trampa favorecen a los y las poderosas. A quienes detentan el poder real, fáctico, más allá de convencionalismos.

Ese pago en especie impidió que el Gobierno de Navarra hubiese cobrado en líquido esa parte de la deuda. Un dinero que bien podría haberse destinado a fines sociales, en un momento en que la supuesta-crisis-estafa hizo estragos en las clases sociales más desfavorecidas. Porque siendo injusto el trato de favor que se hizo para con Osasuna, más lo era en ese contexto social de penurias en que se llevó a cabo.

La cruda realidad es que hubo personas que fueron desahuciadas de sus pisos, e incluso debían a las entidades bancarias parte de la deuda. Mientras, ese club de fútbol ha podido utilizar ese estadio como “su casa”. Además de que le restaba parte de su deuda.

El trato de favor quedaba rematado con el hecho de que los destinatarios del dinero que no se había ingresado a Hacienda eran unos deportistas a los que, en la categoría profesional de la que hablamos, no les falta precisamente el dinero. E incluso en algunos casos, más bien al contrario. Ya sin entrar en el caso de unos directivos que están pasando por los tribunales de la justicia ordinaria.

Durante la reciente asamblea de socios y socias compromisorias, el esperpento todavía llegó a más. La junta directiva actual mantuvo una posición favorable a comprar el estadio al gobierno. Sin embargo, fueron los propios socios y socias quienes se opusieron a ello aduciendo fundamentalmente dos razones. La primera, que se ponía en riesgo la estabilidad financiera del club. La segunda, que ese dinero mejor podría emplearse en mejorar el proyecto deportivo del equipo. Mostrando así esas personas su total desprecio a que se compensase la deuda con Hacienda de esta manera: es decir con todas y todas las navarras. Y es más. Esperando de forma sibilina a que sea el propio Gobierno de Navarra (es decir, todas y todos los contribuyentes) quienes paguemos unas futuras obras que el negocio de la Liga de Fútbol Profesional obliga a acometer en el interior del estadio. Simplemente bochornoso. La realidad superando la ficción.

De todas las maneras, e independientemente de que se lleve a cabo el traspaso de la titularidad del estadio del gobierno a Osasuna, la mera posibilidad de que esto finalmente sea así, hace surgir inexorablemente algunas preguntas: las personas que durante este período de supuesta-crisis-estafa han perdido sus casas, ¿van a poder recuperarlas? ¿Por qué las diferentes haciendas no tienen la misma consideración con otros contribuyentes? ¿Por qué a otras personas y entidades no se les ofreció la posibilidad de recuperar sus inmuebles en el futuro? ¿Por qué el gobierno aceptó como pago un bien en especie del que sabía perfectamente no podría subastar, y del que sólo se iba a seguir beneficiando la entidad deudora? ¿Por qué personas, PYMEs, pequeñas sociedades… se han ido a pique, mientras que grandes contribuyentes, debiendo infinitamente más dinero que las anteriores, han sobrevivido? Las leyes, ¿se aplican por igual para todas las personas y sociedades? ¿Cabe creerse lo de que somos todas iguales ante la ley si el Parlamento navarro aprobó una ley “ad hoc” para salvar exclusivamente a Osasuna?

Se podrá argumentar que hipotéticamente, en el futuro, si Osasuna hace un pago en metálico al gobierno de Navarra quedará saldada la deuda. De acuerdo. Pero, en todo este tiempo, sólo en Navarra centenares de familias y pequeñas empresas se han ido al garete. Ahí reside la trampa. Mientras que con unos pocos se ha sido condescendiente y se les ha permitido sobrevivir, a la inmensa mayoría no se les ha tratado con esos miramientos y se han quedado por el camino. Curiosamente, en estas últimas se incluyen la inmensa mayoría y los más desfavorecidos.

No sólo esto.

Todas estas deudas, todo este pastel se cimentó en aquel ya lejano tiempo de supuestas “vacas gordas”. En aquel período en que se nos etiquetaba de “plataformas del no” a quienes nos oponíamos a todo esto. Nos veían como los raritos y las raritas de la película a quienes pensábamos que ese crecimiento desmesurado y sin ninguna base sólo nos podría conducir al desastre Respecto al caso que nos ocupa, se pensaba que el asunto ya se resolvería por sí solo. Que aunque la deuda se disparase hasta el infinito, ya llegaría un milagro que la solucionase. Y claro, el milagro no llegó. Al final, el discurso de siempre.

“No podemos conceder prestaciones sociales porque no recaudamos lo suficiente para poder prestarlas”. Escondiendo el hecho de que, ya sólo aplicando las míseras leyes actuales, se podría recaudar mucho más de lo que se recauda. Sólo hace falta un poquito de voluntad por cobrarlas. Y no dejar prescribir deudas, como llegó a reconocer un ex presidente del Club Atlético Osasuna en un coloquio televisivo.

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