Inocentada


El Gobierno plantea un aumento del Salario Mínimo Interprofesional del 4% en 2018, con lo que se quedaría en unos 736,01 € mensuales, en 14 pagas.

Cuando el salario medio está bajando, cuando afrontamos una vergonzante brecha salarial entre hombres y mujeres, cuando en las empresas aumentan escandalosamente las diferencias salariales entre altos cargos y las plantillas (según Intermón-Oxfam, los altos directivos del IBEX-35 cobran de media 207 veces el sueldo mínimo de su empresa), cuando el trabajo a tiempo parcial (involuntario y feminizado) ya está provocando que se normalicen los salarios por debajo, incluso, del exiguo actual Salario Mínimo Interprofesional, cuando tener trabajo no garantiza necesariamente salir de la pobreza, cuando caen las cotizaciones a la Seguridad Social … llegadas estas fechas, podríamos catalogar a la medida como de auténtica “inocentada”.

Es conocido el buen humor y la socarronería de Rajoy, pero lo cierto es que sus políticas no tienen ninguna gracia, pues demasiada gente las padece y muy poca las disfruta. Valga como ejemplo el dinero invertido en el rescate de la banca (56.865 millones de €, de los que el Banco de España da por perdido el 80%, 42.590 millones de €), frente a los recortes en gasto social que lo contextualizaron. Así, en estos años de crisis, de la cual se empeñan en convencernos de que ya estamos saliendo, nuestra sociedad se ha empobrecido y se ha hecho más desigual. Como decíamos, poca gracia.

Estamos lejos, cada vez más lejos, de un mínimo reparto de los recursos, para el cual, además de una mejora sustancial del Salario Mínimo, sería necesario empezar a valorar y defender la implantación de un Salario Máximo. No estamos hablando de mejorar nuestro poder adquisitivo, hablamos de cubrir necesidades y de vivir con dignidad. Por ello, deberíamos fijar umbrales, por arriba y por abajo, que delimiten dónde empieza lo insuficiente y dónde lo superfluo. Actuar contra la pobreza no es posible sin cuestionar la riqueza y la acumulación.

Esto implica asumir también nuestras propias responsabilidades. Debemos ir dejando de participar en el mantenimiento y empeoramiento del actual estado de las cosas con inversiones bancarias, consumos, planes privados de salud y de pensiones, … y apostar por el reparto del trabajo, la defensa de lo público, la reivindicación de una mejor y más justa fiscalidad, la pelea sindical y social, el decrecimiento, …

Reivindicación colectiva hacia afuera y hacia arriba; transformación personal hacia adentro. Es decir, poner en duda nuestra propia inocencia y combatir las inocentadas como ésta de Rajoy, con su subida del Salario Mínimo Interprofesional del 4%, para mayor gloria del IBEX 35. No se trata de postergar una cosa a la otra sino de empezar a dar pasos en ambas dimensiones, la única manera de alcanzar mayores cotas de igualdad y de justicia social.

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